viernes, 31 de agosto de 2007

Malditos Jotitas, un negro porVenir



Muchas veces quise despojarme de uno de mis vicios más antiguos, el futbol, pero no pude.
El vicio es la mala costumbre que adquiere un animal, esa mala costumbre que adquirí quizá en aquellos partidos en los que la selección solía ganarle a Venezuela por goleada, o que era usual ir a un mundial, luego se convirtió como sucede con toda droga en algo malo, poco a poco, sin que me diera cuenta, antes era alegría y adrenalina, para que durante veinte años se convirtiera en un sufrimiento constante, falsas expectativas, hacerme ver una realidad que no es, para finalmente jugar bonito pero perder como siempre.

Son más de 20 años que la selección es mi vicio más nocivo, me ha causado mucho daño moral y espiritual, tanto que muchas veces dije muy convencido que quería cambiarme de nacionalidad, ser brasileiro ¡che!, non sta male, cualquier nacionalidad estaría bien, con tal de gozar de una buena selección, y si el futbol es mi vicio la selección es mi droga pero la pateada, el paco mal habido, el porro húmedo, la chela destapada y guardada en el refri una semana. El fubol peruano es pésimo como vicio, si regresará a los años de adolescencia lo pensaría mil veces, antes de entrar a este juego peligroso ,en el que puedes ser lastimado emocionalmente, frustrado constantemente y vapuleado por cuanto jamaiquino o veneco pase por el coloso de José Díaz.

A estas alturas de mi apasionada vida futbolera aparecen los jotitas de mierda, no quiero ilusionarme más no quiero más tensiones en los penales, no quiero tiempos suplementarios, es que la droga es así, no se sabe a que hora te darán ganas de consumirla, en la noche, en la madrugada, en la mañana no se puede con eso eres un esclavo de la FIFA, y no hay otra alternativa.

Malditos jotitas me están jodiendo la vida, estaba en proceso de abstinencia ,había sacado a Jayo de mi vida, había quemado el poster de la selección del '70, yo que había mandado mi camiseta a los del friaje de puno, jotitas de mierda no saben como los puedo odiar, pues me están haciendo creer otra vez, soy como esas chicas golpeadas por la vida que dicen todos los hombres son iguales, pero aparecen estos púberes insolentes, atrevidos, corajudos y con garra que obnubilan mi mente y nuevamente me hacen perder la perspectiva y logran hacerme olvidar por otros 90 minutos que chemo es el D.T. y que falta poco para otra eliminatoria de la cual no creo que logre sobrevivir, pues estoy seguro que mi maltrecho cuerpo y mi cansada estabilidad emocional no resistirán, y es probable que agonice en la tribuna norte del nacional con otro gol de Ecuador que nos dejará fuera del mundial por diferencia de goles, y mientras muera me acordaré de estos malditos jotitas que me hicieron creer nuevamente que era posible cambiar , aun con Burga al mando de la pandilla, pero ya es tarde, muy tarde, recaí con fuerza, dentro de unas horas jugamos con Ghana, malditos jotitas, no dormí pensando en ustedes y el próximo partido.


¡Por Dios!, que ya no hayan más penales, que mi achacado cuerpo ya no resiste un tiro más.

jueves, 24 de mayo de 2007

Sardinas.















Al final de estas líneas, encontrarán un par de canciones que ubiqué en el inconmensurable mundo del youtube, estas canciones no las escuchaba desde 1991.
Es mucho tiempo, y es curioso siempre las tube presentes, me acordaba las letras, la tonada, el ritmo, pero en realidad ya las estaba olvidando.

Cuando las encontré, sentí lo mismo que sentiría un naufrago al encontrar una lata de sardinas, sabía que sabor tenía, pero al fin y al cabo eran sardinas, era música como mucha otra y estaba seguro que me había alimentado desde el '91 con muchísimos otros peces de mayor calidad, Led Zeppelín, Bowie, Brown, Metallica Kraftwerk, Marley, Beethoven, Cage, y otros que navegan en ese inmenso mar de partituras que golpearon mi cóclea en algún momento.

Pero esas mis sardinas, son La Rula de Los Potato, y el Difícil Rap de Dj Bravo, canciones que en la historia de la música son un parpadeo insignificante.

Al escucharlas después de tanto tiempo, me quedé con una sensación extraña de vacío, era alegría reprimida, había regresado a mi adolescencia y después de todo no fue una etapa genial, tanta mierda en la cabeza, tanta inseguridad, el colegio y finalmente llegué a recordar las aulas, los profesores, el levantarme a las seis de la mañana, mentir para no ir a clases, sufrir para hacer tareas, inventar una nueva forma de plagiar, no tener vacaciones sino vacacionales, y depender económicamente de otros.

Me doy cuenta ahora, que aquella época escuchaba muy poca buena música, y fui parte de los oyentes que llamaban a las radios para pedir canciones de moda, iba a las fiestas para bailarlas, y hasta me aprendía sus letras, como la biblia el mormón.

Ahora las canciones que recuerdo me sirven como un referente, pero no me arrepiento que me gusten, y es quizá de lo único de lo que no me arrepiento, por que creo que todo lo demás se podría mejorar, pero la música no, es buena según el oyente, es por eso que no me gustan los Beatles, y no me da roche decir que alguna vez comí sardinas enlatadas y es curioso, pues, sardina en Colombia se le dice a los adolescentes, etapa en la que todo da lata...
¿y tú, tienes tus sardinas?

EL RAP DIFICIL, FUE DIFICIL ENCONTRARLO

miércoles, 23 de mayo de 2007

Para los que resisten...La rula







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martes, 22 de mayo de 2007

¿Cuánto hay?

Foto Caretas





Hace algunos días, hablé con Eloy Jáuregui, reconocido periodista y bohemio salsero, acerca de uno de los temas que más lo apasionan, la realidad cultural del país y en especial la limeña.
De las muchas cosas interesantes que me dijo, quiero resaltar una con la que estoy de acuerdo, y es una en la que todos estamos inmersos: la forma de obtener las cosas en el Perú.

Eloy dice que hay tres formas instituidas y aceptadas en la sociedad peruana y sobre todo en la limeña.

Una es obteniendo el billete de la forma legal, como trabajadores de una empresa, en la cual tenemos un contrato firmado con todos los pericuetos que ello implica, es decir seguro de vida, AFP, Essalud, Fonavi, deuda en la cafetería, e intercambio de regalitos a fin de año.
Incluyo en esta categoría los trabajos de medio tiempo.

La otra, es ganando el dinero de manera informal, entiéndase, colocando el letrerito de taxi en nuestra carcocha, estirando un plastiquito en alguna calle, tipeando en la casa, enseñando matemáticas en la sala, dando volteretas y cabriolas en los semáforos y muchísimas otras maneras informales de chambear en este país informal.

Y la tercera, apunta Jáuregui, es la no legal, la cutra, la coima, el robo, la estafa, peculado, amiguismo entre otras.

Es bueno diferenciar la informal, de esta última, pues la informal, trata de aprovechar la creatividad sin llegar a lo delincuencial.

Es así, que quiero explayarme en la forma ilegal que tenemos de ganar los chibilines.

Todos, en algún momento de la vida, una vez que comenzamos a ganar dinero y formamos parte de este sistema productivo, le hemos sacado la vuelta al empleador o a la empresa, todos practicamos el supremo arte del huevin, compramos discos de vídeo y audio en nuestro hueco preferido a dos soles, miramos el final de la Champions League sin haber pagado un sol y riéndonos de DUNA, copiamos los textos desde monografías.com, manejamos combis repletas, pedimos diez luquitas a los choferes, con vara metemos a un conocido a la chamba, trucamos nuestras balanzas, bajamos toda la música que podamos desde Internet, compramos en la cachina y a diario pasamos por San Jacinto, un lugar incluido en la ruta turística de la ciudad.

Estas formas de sacar provecho, beneficio o usufructo, son parte de nosotros, de nuestra forma de vida, es por eso que extrañamos regresar cuando vivimos en Alemania o Finlandia, no es la comida, ni ricas montañas, ni cumbres nevadas, es nuestra ilegalidad, porque en algunos sitios no se puede cerrar playas para el uso propio, ni arrojar basura donde se nos antoje, cruzar la pista sin mirar el semáforo, bajar “pasando” la avenida, o tocar bocina cuando se nos venga en gana, esas cositas placenteras solo se satisfacen aquí.
¿Cómo pueden extrañar la comida si en Italia hay tiendas con productos peruanos, si en España se vende Inka kola, o en Chile se come pollito a la brasa?
¿Cómo se puede extrañar a las familias si a diario se las pueden ver por Internet?
¿Cómo se puede extrañar la música si en Argentina hay bailantas?
¿Cómo se puede extrañar el Perú si la mayoría no conoce más de dos provincias?

Por supuesto es mi punto de vista y si no estás de acuerdo, habla, ¿cuánto hay?


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martes, 15 de mayo de 2007

Miles de lunas

El fin de semana de algún mes y de algún año en la década de los ochentas, fue diferente,el gobierno de turno, tomó decisiones económicas drásticas, (decían que para controlar la hiperinflación que galopaba en la espalda de cada uno de los peruchos), y luego de ocurrir algunos desarreglos ministeriales y “confusiones” presidenciales, el domingo de aquel fin de semana, un mensaje de gobierno convulsionaría la sociedad de ese entonces.

El elegido para dar la noticia escalofriante, fue el otrora Ministro de Economía, del cual es mejor no acordarse, por que la disentería vuelve a mi deshidratada humanidad.
Lo que ese pelado personaje comunicó, fue que el gobierno del entonces presidente(tampoco quiero rememorar su nombre por razones de salubridad lingüística), decidió implantar un paquete de medidas económicas de emergencia, que en buen cristiano se conocía el las esquinas como “paquetazo”.

Después de comunicado el escalofriante anuncio, ese ministro, mago del meteorismo, finalizó su discurso con una frase que quedó en la piel de cada uno de los peruchos como tatuaje de Sarita Colonia: “Que Dios nos ayude”

Con seguridad en ese momento todo se paralizó.
Los técnicos de televisión dejaron unos segundos la estática en las pantallas de los televisores.
En los hogares todos buscábamos a Dios por los alrededores de casa, pues según el pelado, el altísimo nos ayudaría, pero, ¿dónde estaba el supremo?
Es probable que Dios en el cielo, también quedara paralizado ¿porqué, aquel confianzudo pelado infame, lo había inmiscuido en tan espinoso asunto?

Mientras tanto, al parecer el único que celebraba dicho acontecimiento era, “El señor de la oscuridad”, que vive bajo tierra junto a los cables de Telefónica. Él, el innombrable, se reía a sus anchas y decía cachacientamente – a ver pues que les ayude-

Esos segundos, que parecían minutos pasaron como un repugnante olor que en la calle nos hace arrugar la cara, todos los integrantes de todas las familias, se miraban unos a otros, nadie sabía exactamente en que consistía aquel “paquetazo”, sólo sabríamos de él, al día siguiente lunes, cuando el movimiento económico despertara del letargo dominical.

El lunes muy temprano, fui a la panadería a comprar el habitual bitute del desayuno, pan, jamón, queso y leche, ahí, la gente tenía rostros de miedo y frustración, pero yo, no entendía el porqué.
Mi ignorancia se disipó al acercarme a la caja registradora, donde la china (que era la cajera), me dijo-son 2.500 Lunas-, mi respuesta fue una pregunta insistente
-¿Perdón,cuanto dijiste?-
Ella repitió -2500 Lunas-, en ese instante mi rostro formó parte de esos planetas perdidos en la galaxia del desconcierto.
En la mano derecha sólo tenía 250 Lunas, las que a diario me servían para adquirir los panes y sus complementos, en ese momento aparecio en mi mente ese fatamorgana del egregio hablando -…que dios nos ayude-, acto reflejo, todo mi cuerpo se escondió en su propia piel.
Mi efectivo, sólo alcanzaba para comprar 5 panes francés, con ellos regresé a casa, era depredador llevando una lombriz a las crías hambrientas.

Entré a mi hogar y todos preguntaban por mi expresión y para que me logren entender, vacié los panes en la mesa, mientras los estómagos estaban impacientes.
Todos adquirieron la misma expresión y el mismo pensamiento y en las migas de la mente se moldeó: “paquetazo”.

Ese día era inusual.
En las calles no se veían muchos autos, al parecer la gasolina era una utopía.
La gente no caminaba mucho, pues el precio del calzado seguro se había multiplicado por cien.
Por la tarde, mi vecino y yo decidimos analizar la realidad, así que nos fuimos al centro comercial más cercano.
Ahí, todos los trabajadores estaban en una labor ardua, cambiando precios, de cientos a miles, de miles a millones, finalmente éramos millonarios.

Unos pantalones costaban 100 mil Lunas, es decir 80 veces más.
Seguimos caminando por diferentes tiendas, parecíamos una misión de vanguardia, para analizar un nuevo planeta.
En efecto este planeta tenía ahora millones de lunas.

Muchos establecimientos se mantenían cerrados, como cerradas las puertas del esperanzador paraíso.

La preocupación era grande.
¿Cómo se lograría alimentar la gente, los servicios que tarifas tendrían y cuanto costarían los vicios básicos, chela, fayo, taco, phoenix?

Esta última curiosidad, la decidimos despejar y fuimos a una tienda a preguntar por el precio de una cerveza y el valor era el de una caja de ellas sólo hasta ayer.

En nosotros, quedó un mal sabor de boca por no haber bebido día anterior, para por lo menos contar a los nietos del sabor del lúpulo espumoso y rico de los años ochentas.


Algunos días después, la gente ya se había acostumbrado a los nuevos precios, fue cuando nació en el Perú el pasatiempo de mirar y no comprar.

La gente convivía alterada y sin tolerancia. En los servicios de transporte nadie podía acercase mucho a otro pues un leve rozamiento significaba un empujón repentino, o quizás, un llamamiento de atención, los funcionarios públicos eran el chivo expiatorio de todos los problemas y cualquier ventanilla se convirtió en la diana favorita de los francotiradores de coprolalias.

Las cosas llegaron a situaciones ridículas, y para mencionar un caso, se supo que en una misa cualquiera el cura, dijo en voz alta, (pues ya no utilizaba el micrófono para ahorrar energía eléctrica), lo siguiente
-la actitud que tuvo el osado representante de la cartera de economía, fue una falta de respeto, pues a dios no se le debía inmiscuir en decisiones políticas-
También se contó de aquella misa, que el vino, es decir, la sangre de Cristo, no era la misma, pues un catador asiduo a la parroquia, notó que el vino ya no era aquel viejo Casillero del Diablo, que irónicamente consumían los feligreses cada domingo, fue reemplazado por un insalubre Gato Negro en tetrapack, época en la que también nacieron los ladrillos

Se conocen muchas historias de aquellos días, por demás extrañas.
Como la de una familia, que preparó todo para su viaje a España, despues de conseguir la codiciada visa para poder vivir allá, pero sólo faltaba una semana y no tenían los pasajes, ellos lograron vender su casa, su vehículo, sus artefactos, las joyas de la abuela, los muebles de cuero, también regalaron sus cosas personales a todos los parientes cercanos, ropa, adornos y hasta el lucky gruñon y solo pudieron viajar dos de ellos, este país parecía la ambientación del Acorazado Potemkim.
Fue cuando el perucho decidió conquistar el mundo.

En la coyuntura se crearon conceptos como, el recurseo, (que consistía en hacer un poco de todo con tal de obtener dinero, los medios y las formas no importaban mucho).

Fue cuando también apareció el taxi culto, vehiculo manejado por ingenieros, arquitectos abogados, médicos y demás profesionales calificados.

Cambistas empezaron a tomar las calles, con los dólares en mano que sus pensiones públicas dejaron, y un jirón en esta ciudad se hizo más conocido que el propio Himno Nacional.
Era una escena de comercio turco, en pleno centro perucho.

Estoy seguro que muchas cosas sucedieron como efecto de ese anuncio, lo cierto es que nadie sabía que traería el futuro, pero ahora luego de algunos años supimos que pasó:
Nosotros los proles, seguimos siendo proles.
Seguimos jodidos.
La expresión que usaron los padres de la patria esa vez -Que Dios nos ayude-, es ahora una oración que nos alimenta todos los desayunos, como el “pan con soledad”, que ese lunes engullimos los integrantes de mí resignada familia perucha.


Pasaron dos décadas, uno se fue y volvió, el otro se fue y amenaza con volver.


Aquí el pelado.







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lunes, 7 de mayo de 2007

Józef y Joseph




Hoy quiero hablar del carisma.
En el diccionario dice: “Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar”

Cuando conocemos a una persona todos hemos sentido ese “no se qué” fulminante que nos hace rechazar o aceptar la presencia de alguien.
Es común, que estemos más cómodos con unos que con otros, es así finalmente, que se conciben las amistades duraderas y es así, que se conoce personas que son pasajeras en nuestra vida.
Todo parte del carisma que para nosotros tenga una persona, la misma que puede despertar en otra un sentimiento completamente opuesto al de uno, por eso muchos siguen al “nacionalista” Humala, o cantan las canciones del inefable Arjona, o soportan las películas de la insoportable españolísima Cruz, lo cierto es que cada uno escoge su mancha con la cual compartir sus minutos.

Siguiendo el rastro del humo blanco del vaticano, y me referiré a la llegada del Papa Joseph Ratzinger, a Suramérica.

Ya deben intuir de qué se ocuparán estos cumŭlus en el ciberespacio, pues están en lo cierto, el Papa Ratzinger no me cae bien, en castellano limeño me llega altamente.

No se en realidad ¿por qué?

No es por su nombre ni por su apellido de Robot, que lo haces tan duro, adusto, frío, calculador.
Tampoco me cae mal por sus argumentos que afectan a las personas con diferentes opciones sexuales.
No creo que sea por su desacuerdo, con algunos de los más grandes pensadores, como, Hegel, Nietzsche y Kant, de los cuales soy admirador o por que el lugar donde desempeña su cargo que es contradicente con la pobreza de sus creyentes.

Es simplemente que me cae mal, es cuestión de feeling, aura, química, o simple guácala, no hay nada en él que me de confianza, es una sensación muy parecida a la que tengo cuando veo o escucho al cardenal Cipriani.

Creo que es por que ambos no tienen carisma; carisma que de pasadita es también, desde el punto de vista religioso “Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad”


No es que yo sea anticristiano, o este poseído de algún espíritu maligno, o que yo sea un hierófobo, no, no es eso, sobre todo cuando me acuerdo del Papa Karol Józef Wojtyła no hay punto de comparación, el generaba en mí, tranquilidad, confianza, paz, y buen humor.
Él, sí tenía carisma. Él era mi pata.

Tengo muchas imágenes gratas que guardo con estima, aquí algunas de ellas:


























En cambio las fotos del actual Papa me dan rasca-rasca:












Ya lo dijo el actual Papa, el limbo no existe, lo mismo que no existe término medio conmigo, no me cae bien, no le creo, y no tengo miedo irme al infierno por ello.

















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domingo, 29 de abril de 2007

La prole del prole





El otro día, conocí el enésimo hijo, de otro de mis amigos contemporáneos.
En esta etapa de vida, cuando la guata odia al cinturón y el recordar es volver a vivir, pareciera que todos andan apresuraditos con temas como el de la casa, la familia, el auto, las tarjetas de crédito sin pagar, y por supuesto la prole.

Este escrito es un mensaje a todos los que me preguntaron, preguntan y preguntarán: ¿y tú cuándo te animas?
Pues bien, el tema de tener hijos es un tema para mí, cerrado.
Está cerrado por varios motivos, los mismos que finalmente se han convertido en una especie de, filosofía barata en mis zapatos de goma, y que es un poco difícil responder de inmediato cuando la pregunta me es hecha en alguna esquina, o reunión ,en la que no se puede uno explayar con argumentos y tengo que simplemente esbozar una sonrisa complaciente y echarme una bromilla o una típica frase de cliché "aún sigo siendo un niño como para tener uno" o "pucha pa' esa vaina hay que ser muy responsable".

Lo cierto que, salir del paso es fácil, pero la consecutividad de la pregunta es un poco fastidiosa, algo así como, la etiqueta de esa camisa que molesta cada que te la pones, pero nunca haces algo para solucionarlo, pero llega un día en el que te tomas un tiempo para arrancarla o descoserla, depende del ánimo con el que nos encontremos.
Entonces, decidí arrancar esa etiqueta fastidiosa y cuento a continuación los motivos por los que no tendré prole:

1.- No soporto a los niños, sobre todo si lloran.
2.- No tengo el suficiente dinero para mantenerlo(a)
3.- Tengo muchas cosas que hacer o dejar de hacer como para ocuparme de él o ella.
4.- Ya duermo poco, no quiero dejar mis pocas horas de sueño.
5.- No quiero tener preocupaciones de salud, educación, desarrollo, habitación, que me sean ajenos.

Estas, son algunas de las razones por la que no tendré prole, pero estoy seguro que la lista antes expuesta en algún momento pueden ser superadas ya sea con la obtención de la lotería, acomodamiento de horarios, y claro, un poco de entrega y disminución de egoísmo.

Las razones antes expuestas, pueden ser superadas, es verdad, sobre todo el momento cuando esta vida tenga cada día más números en su haber y será cuando en algún momento el famosísimo reloj biológico comience a timbrar para decirme que el ser humano escapa a todas las circunstancias, menos a la de ser un animal. Y es así como los animales procrean, no hacen ninguna planificación previa, no hacen beibi chawers, ni compran cuna, ni pañales, simplemente suena el rington de la especie y se busca con urgencia la hembra o el macho, según sea el caso y uno se aparea en aire o en el mar, en la tierra o en su profundidad. El llamado de la naturaleza, le dicen. Yo le digo miedo a la extinción.
Y qué es el hijo, sino la prolongación de uno mismo, el continuar en bien la vida fallida de uno, la manutención de la estirpe, etcétera.
Por eso, expongo a continuación la razón final por la que no tendré prole:

6.- Por que para mi, la mayor muestra de amor es ir en contra de mi propio instinto por el bien del otro.

Explico: No sería capaz de traer un niño(a) a este pobre, decadente, sucio, ruin, maloliente, absurdo, e irreconciliable planeta, no lo haría de ningún modo, y seré capaz de soportar esa presión natural, que es como diez millones de veces más fuerte que la social, que dice a mi cuerpo, mente y sexo, "debes procrearte para no desaparecer"

Odio a la gente egoísta, que son la mayoría, que dicen cosas como: "quiero tener un hijo" "¿cuándo tenemos un hijo?" "es hora de tener un hijo"
Es común esta manera de pensar, todos lo hacen pero no recapacitan en lo dicho y en lo actuado en consecuencia, quizá la pregunta sería ¿quiere un niño existir? ¿Por qué decidimos su existencia?
Ya se el rollo de que ellos no pueden decidir, es mentira, es fácil que ellos decidan, simplemente es cuestión de pensar como pensarían ellos:
¿Quiero nacer en estas condiciones?
¿Me interesa el lugar que me ofrecen?
¿Qué tan bien me irá?
¿Hay futuro en este lugar?

Si las preguntas que uno se hace, tratando de personificar al futuro descendiente son positivas ¡perfecto! felicidades, serás padre o madre muy pronto, no pierdas tiempo.

Yo, soy pesimista o realista, míralo como quieras, la situación es que aquí, mi querido lector, no hay futuro alguno, aquí uno no puede tener una calidad de vida digna.
Otras las épocas sin calentamiento global, ni terrorismo, otros los otoños puntuales y la paz urbana, otros los cantares, otros los pèsares.
Estamos en extinción, aunque no lo quieras ver y aquí no merece que nadie más venga a vivir.

PD: Es claro que el azar juega un rol trascendental, y quizá me suceda como le sucedió al 90% de las personas,...ups, ahí caballero no mas.